lunes, 3 de abril de 2017

El periodismo y los millennials

Estoy orgullosa de ser parte de los millennials y de poder asumir el reto que eso constituye.

La clase pasada el profesor nos puso un vídeo que explicaba mas o menos como funciona nuestra generación, sobre las medallas que ganamos sólo por participar, los especiales que somos y lo mucho que los educadores y nuestros padres nos lo recuerdan, lo impacientes que somos y los dependientes que somos de las redes sociales y la tecnología, cierto, todo cierto; pero como diría nuestro filosofo local Suso el paspi: interesante pero discutible.

Soy absolutamente consciente de los contras que tenemos como millennials, lo incapaces que somos de estar solos y como nos dejamos definir por números, por likes  y seguidores, además sé que algunas factores de nuestra crianza y el afán de nuestros padres por darnos todo lo que ellos no tuvieron en su infancia, puede que nos haya vuelto algo caprichosos, sólo un poquito. Pero también veo las capacidades que tenemos en un mundo globalizado siendo nativos digitales.

El  mundo de hoy, gústele a quien le guste, gira en torno a la tecnología y las redes sociales. El publico de hoy tiene como prioridad la inmediatez y lo simple sobre aspectos como la calidad y el esfuerzo, así que el mercado cumple su principal función: cumple la demanda; no me mal interpreten, no estoy defendiendo esta posición ni mucho menos, sólo describo el panorama.

Este fin de semana asistí al X Encuentro de periodismo investigativo (si, estoy chicaneando, estoy muy feliz), y en este Daniel Coronell afirmo que el periodismo de hoy, liderado por los jóvenes que se gradúan de las escuelas de periodismo, se estanca en la post-verdad, ya que estos aceptan la información que les brinda Internet, reduciéndose a pocas fuentes, y esto lo vuelven verdad, limitándose a la simple comunicación de datos, siendo sólo un canal, lo que llevo al director de Univisión a deducir que el periodismo de hoy en día merece un cambio rotundo, dónde los tweets no sean la fuente principal, sino que se vuelva a recurrir al "zorro viejo" para que el análisis que se les de a la noticia sea más profundo y esta este empapada de contexto.

Añadió también, que el hoy nos ofrece miles de plataformas diferentes, que ya no era necesario amurallar la información a un canal o a un periódico, sino que las redes sociales convertían a los ciudadanos en periodistas, ahora cualquier persona puede tomar una foto de algún momento y volverlo tendencia y por eso mismo es automáticamente noticia, ejemplificando con especios como lo son "el periodista soy yo" de Caracol o como un vestido que no se sabia si era blanco o azul revoluciono la red.

Entonces me recordé a mi misma hace unos años debatiendo con muchas personas sobre ¿cómo lo veían blanco? si claramente era azul. Alcance a avergonzarme un poco, pero luego pensé que no fue malo, que el haber hecho eso no me desautorizó o deslegimitó para hablar sobre el apretón de manos de Juan Manuel Santos y "Timochenko" o la adopción gay. Así que llegue a una conclusión, el problema no es el impacto de todos estos factores altamente criticados, sino el desequilibrio que existen entre estos y la importancia que deben tener hechos importantes.

Si, creo que somos especiales, cada uno de nosotros, por mas Disney que suene, pero también estoy convencida de que el esfuerzo debe ser el principal pilar para el éxito. Creo que las redes sociales son una fuerte atadura, sé que sin mi celular caigo en desespero, pero no puedo ignorar el hecho de la excelente herramienta que es para informarme o comunicarme. Todo es malo en exceso y hermoso en perfecta medida.

Nuestra generación ha sido protagonista de múltiples discusiones, y muchas de ellas basadas en situaciones que yo misma califico de negativas. Somos la generación indignada, mostramos nuestro enojo por medio de "me molesta", porque para asistir a marchas y usar camisetas blancas estamos, pero las urnas sintieron nuestra ausencia, porque todos repetimos "adopta, no compres" pero muchos tienen un golden retriver y pocos han adoptado.

Daniel Samper también tuvo su oportunidad de hablar, e hizo una fuerte critica a la forma en como estaban redactando los jóvenes periodistas en nuestros días, compartiendo puntos de vista con Coronell, y dijo algo que para mi fue muy valioso, nos invito como generación a gastar
 la suela de nuestros zapatos, a caminar la ciudad y no relegar el periodismo a datos básicos, sino empaparnos de la calle y de la ciudad, dejarnos envolver por historias, hacer de esta profesión una experiencia apasionante y enriquecedora, para que a la hora de sentarnos a escribir y comunicar trasmita exactamente eso, y no deje el sin sabor que vemos actualmente en la mayoría de los medios. También felicito el trabajo que han adelantado bastantes periodistas jóvenes, haciéndole recobrar un poquito de fe en la profesión, ya que fueron investigaciones increíbles, como la reunión de más de 400 periodistas a nivel mundial para sacar a la luz pública todo lo relacionado con los Panamá papers.

Posteriormente tuve un taller con Jana Baris, una corresponsal de guerra, enfocada en el conflicto armado entre Israel y Palestina. Esta periodista ha asumido la gran tarea de ser reportera en la granja de gaza, ha cubierto de atentados en su país y ha entrevistado tanto a las  victimas como a los victimarios  de esta guerra. Sus historias narran los hechos con toda la pasión con los que estoy segura que son escritos y además ella los complementa con fotografías tomadas por ella misma. Las imágenes son estremecedoras, casas destruidas, niños agachados esperando a que caiga una bomba y la alarma se calle, hospitales hechos escombros, entre otras cosas. Mientras ella exponía se le quebró la voz, toda el auditorio pudo sentir como se le arrugaba el corazón, y me sorprendió como una persona que vive rodeada de la violencia y la tragedia, aún es capaz de sentir con tanta intensidad lo que relata, no se ha vuelto insensible, todo lo contrario, puedo afirmar que es su motor para seguir contando.

Vi esto como señal, como impulso. Mi labor como periodista millenial es aprovechar todas las herramientas que me ofrece la actualidad y usarlas a merced de la verdad y el buen ejercicio del periodismo, no dejarme llevar a un abismo tecnológico, sino ser prueba de que los jóvenes somos capaces de hacer un cambio, recordando que el "impacto" deseado no va a ser inmediato y requiere demasiado esfuerzo. Confió en mi generación y en el provecho que le podemos sacar a las redes sociales y el Internet, acepto el reto de Coronell y Samper, para ser prueba real de que el buen periodismo es aún posible.